¿Alguna vez has dicho… es que yo soy así?, o de un modo más “refinado”, es mi personalidad.. y no puedo cambiarlo. Es posible que más de una vez. Quizá relacionado con rasgos de tu carácter, o con reacciones que sistemáticamente te crean problemas de convivencia. Con otros, o contigo mismo.

Las palabras son un curioso e interesante invento humano. Y es habitual que las usamos sin conocer su significado y origen, y asumiendo que todos las interpretamos del mismo modo. Error de concepto, y causa del 80% de los conflictos, y por tanto, de mucho sufrimiento innecesario.

Si buscamos el origen de la palabra persona, encontramos que su raíz es griega, e inicialmente se refería a esas máscaras que se colocaban los actores con una doble función. Mostrar las emociones básicas y ayudar a que la voz resonara más en unos teatros sin micrófonos. Persona, se divide en Per-Sona, que significa para sonar.

Así que tu “personalidad” es un artificio, una máscara, creada para hacer sonar más alto cosas que hay en tu interior. Interesante, ¿no te parece?.

En el ebook “ 3 hábitos que bajan tu Autoestima, y aumentan tu Sufrimiento cada día”, te propongo el ejercicio de titular esta imagen;

Algunos han dicho, pinocho, mentirse, engañarse … ¿qué dirías tú?.

Si todavía no descargaste el ebook, lo tienes aquí.

La confusión

Debido a esto muchos de nosotros confundimos nuestro personaje (la máscara), con quién realmente somos. Y en muchas ocasiones esa máscara no siquiera la elegimos conscientemente, sino que proviene de alguna otra persona.

Si te criaste con ideas como sufrir, esforzarse, exigirse, fuerza de voluntad, y similares, todo tu vocabulario de conversación interno usará esas referencias. Serás intransigente con tus posibles errores, e incluso cuándo algo vaya bien, siempre buscaras las faltas o defectos de la situación y no te dejarás disfrutar ni unos instantes de cierta paz y felicidad. ¿Te suena el proceso?.

¿Cómo salir de este círculo vicioso?

El proceso explicado es más sencillo que llevarlo a cabo. No por su dificultad, sino por la tendencia a defender ese personaje que tienes aunque te haga sufrir. De nuevo, yo soy así…

Paso 1: Toma conciencia de la “calidad” de la conversación que tienes contigo mismo.

  • ¿Abundan palabras duras, o amables?.
  • ¿Te fijas en lo que tienes o en lo que falta?.
  • ¿Aceptas las situaciones aunque no te gusten, o buscas inmediatamente cambiar algo… que puede que ni siquiera exista?.

Paso 2: Honestidad contigo mismo.

Usemos una palabra bien manoseada en nuestros días. Felicidad.

Miras la tele, las redes sociales, o a los amigos cuando quedas a tomar algo, y ¿qué ves?. Que hay que ser felices, por obligación. Y te pones la máscara de la sonrisa, y pruebas a ser feliz tal como te cuentan que es ser feliz.

Un viaje bien lejos, un coche nuevo, una casa con jardín, un cuerpo “danone”, una pareja amantísima, unos hijos perfectos, …

Y claro, el -auto-engaño, sólo dura un rato. Por que se produce una incoherencia entre lo que realmente sientes, y lo que expresas. Y no lo dudes, siempre termina ganando lo que sientes.

Sientes que hay algo equivocado en tí, te lo dice esa conversación interior.

No tienes una casa mejor que tu amigo, tu coche no es tan nuevo como… , no te pudiste ir de vacaciones hace ya unos años, no tienes ganas de sonreír a todo, … completa con tus ejemplos.

Sientes que no todo va genial, pero no puedes reconocerlo. Sería síntoma de debilidad y/o de fracaso. Incluso es posible que te plantees dejar esa relación que no funciona, hacer un cambio en un trabajo que te exprime sin demasiados resultados, o lo que sea en tu caso. Pero, a poco que tratas de ir en esa dirección, tu entorno te bloquea.

Esto se debe a que tu personaje ha encajado en un grupo – de personajes- y si tú mueves el tuyo, otros van a sentir incomodidad. Tu movimiento, producirá su movimiento. Y volvemos al punto de partida. Todos defendemos nuestro personaje, por mucho que nos haga sufrir o no nos permita ser felices.

Derrocha honestidad, al menos contigo mismo.

Si te sientes mal, o triste, o infeliz, no te lo niegues. Siéntelo. Sin más. No corras a usar ninguna técnica de evasión para cambiar esto. Sólo siente lo que sientes.

Esto no significa regodearse en el dolor, o ser masoquista. Entiende la diferencia entre aceptar lo que es, y resignarse.

Resignarse es una actitud pasiva que te deja anclado en el dolor, y promueve el sufrimiento. Te lleva a percibir una distancia entre como estás y cómo te gustaría estar.

Aceptar es una actitud consciente. Imagina que tienes frente a tí un semáforo en rojo, crees que tienes prisa, y comienzas a maldecir el semáforo. ¿lograrás que cambie a verde un instante antes?. No, ya sabes que no (supersticiones a parte).

Tomas conciencia que has de detenerte. Mientras dura la detención buscas no sufrir desoyendo la cháchara mental que te habla de lo torpe que has sido al escoger esa ruta, que eres un desastre por que siempre llegas tarde, etc.

Puedes ELEGIR prestar atención al momento presente, quizá veas una flor u oigas un sonido agradable. Decides ELEGIR respirar con plenitud, para evitar el estrés. Hay tantas cosas que no aumentarán tu sufrimiento…

Y cuándo se pone en verde, estás atento para reanudar tu camino sin perder tiempo. Aceptar, es sano, inteligente y práctico.

Paso 3: Decía un Maestro, “la función del Mindfulness no es que cambies tu vida, sino que te enamores de ella”.

Imagina por un momento. Te das cuenta que en tu vida deseas realizar un cambio (R-Evolución) en una faceta, o en tu vida en su conjunto. ¿Cómo estarás más capacitado para hacerlo?

– Desde el autojuicio que te critica con dureza. Con el sentimiento de soledad, imperfección e inadecuación, y el autoengaño que te impide sentir lo que sientes, y expresarte sin miedo… o bien

– Partiendo de una actitud de amabilidad consciente. Que busca tu salud y bienestar, sabiéndote parte de un grupo más grande que tiene exactamente los mismos conflictos y deseos que tú. Desde una buena conexión contigo mismo. Con el ahora que te permite ver las cosas como son, sin teñirlas del como deberían ser. 
Probablemente, ves que la segunda, es mejor.

¿Significa eso que te quedarás atrancado sin poder realizar esa R- Evolución que deseas?. Ni de lejos, por que…

La curiosa paradoja es que cuándo me acepto como soy, entonces, y sólo entonces, puedo cambiar

CARL ROGERS

Y ahora, que has conectado con lo que realmente sientes. Que no te autoengañas tras la máscara que creías ser tú, abres el espacio preciso para crear nuevos pensamientos y acciones.

Es posible que te convenga cambiar cosas en tus relaciones, en el trabajo, en la manera que cuidas tu cuerpo y mente. Es posible. Pero lo hagas o no, lo relevante es disminuir tu sufrimiento cotidiano.

Cuánto más amable seas contigo, en contra de lo que te habían contado del sacrificio, esfuerzo, y motivación, más probable es que encuentres esa fuerza interior para R-Evolucionar las cosas que quieras en tu vida.

Recuerda, no desde la imperfección ni la autocrítica, sino desde la búsqueda consciente de una vida más sana, plena y productiva.

Dime, ¿cuál es el paso más pequeño que puedes dar AHORA, en dirección a esa vida más sana, plena y productiva?. Hazlo AHORA…